En un paraje aislado de Etiopía, una antigua leprosería convertida en hospital, en el que trabaja personal sanitario español, lucha contra la lepra, el VIH, la tuberculosis y la malnutrición... La asistencia a sus casi 100.000 pacientes peligra por la falta de fondos.
Es un rincón perdido a 2.180 metros sobre el nivel del mar y el pueblo más cercano, Lephis, ni siquiera sale en muchos mapas. A 245 kilómetros al sureste de Addis Abeba, en un agradecido entorno campestre donde solo personas y animales transitan por los polvorientos caminos que atraviesan el bosque, se esconde el Hospital Rural de Gambo, donde la vida y la muerte libran una intensa batalla todos los días.
El hospital participa en los planes nacionales contra la malnutrición y contra enfermedades cuya erradicación está incluida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU como el VIH, la tuberculosis o la lepra, de la que es centro de diagnóstico y tratamiento. Posee 98.000 historiales médicos de ciudadanos de los distritos de Arsi Negele y Kore, y atiende anualmente a unos 3.000 pacientes nuevos y entre 1.000 y 3.500 reincidentes. "A diario, unos 300 enfermos pasan por aquí", asegura Francisco Reyes, misionero español de 49 años y director del centroGambo no es la típica mole de cemento y cristal donde todo es frio, aséptico y huele a lejía; allí todos los pabellones que caben en un centro sanitario se distribuyen caprichosamente por una verde llanura, conectados entre sí por senderos de tierra rojiza cuajados de árboles y flores. Los familiares disponen de lavaderos o cocina, y pueden usar los jardines. Los niños juegan y los adultos charlan y rezan al sol, y hasta echan alguna cabezada.
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