
La infame historia de Zekirya comenzó hace unas semanas cuando sus padres decidieron venderlo por 100 dólares norteamericanos, unos 7.000 afganis, a uno de los comandantes talibán que operan en el distrito de Qaisar, en la norteña provincia de Faryab y a pocos kilómetros de la vecina Badghis donde iba a inmolarse en nombre del Islam.
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