La restauración de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia saca a la luz el esplendor del barroco.
Pintados por Dionís Vidal, ocupan el doble que los del Vaticano.
Deslumbran e impresionan. Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia, una vez restaurados. Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal (Valencia c. 1670-Tortosa, después de 1719) pintó el programa concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio Palomino.
Ver enlace: Fundación Hortensia Herrero
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