Trabajan de sol a sol hasta cargar 22.000 kilos de naranjas en un camión, duermen en almacenes por los que pagan 100 euros por persona al mes, son trasladados en autobuses a cualquier punto y cobran 25 euros por diez horas de labor al día cuando el convenio establece un mínimo de 42,83 euros cada jornada de seis horas y media. La proliferación de cuadrillas de estos trabajadores, compuestas por una veintena de personas cada una, ha roto la economía del valle del Guadalquivir, una zona que agrupa 30.000 hectáreas de cítricos y que se ha convertido en un polvorín social y laboral.
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