
La imagen de un niño yemení reducido a una osamenta cadavérica -con las costillas marcadas en su torso y dos brazos de fino alambre- ha recorrido esta semana el planeta como fogonazo remoto de una guerra olvidada. Tan lejana y ajena que las crónicas que reprodujeron el fotograma despojaron a su protagonista de nombre y biografía. Pero los tiene.Su familia, los médicos que intentan salvarle la vida y el fotógrafo que lo mostró al mundo nos cuentan la tragedia del niño del hambre de Yemen
Ha visto morir a dos de sus siete hermanos y su padre era pescador hasta que los bombardeos de Arabia Saudí destruyeron sus barcos.
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